viernes, 23 de mayo de 2008

Reyes Montaño Laura Rosalía

Y TU, ¿CUÁNTO VALE$$$$?

Valores morales vs. Valores materiales ¿existe una competencia entre ellos? Si es así ¿cuáles ganan?, ¿quién lo determina? En este orden podríamos plantearnos un sin fin de preguntas al respecto encontrando del mismo modo un sin fin de respuestas por lo que en un principio de este ensayo me resultó un tanto complicado hablar del tema ya que creo que los valores son una representación de índole abstracta y personal, sin embargo creo que si actualmente estamos inmersos en una crisis general es porque existe cierta homogeneidad al respecto, es decir, una sociedad comparte sus valores, costumbres y sus tradiciones, lo que las hace fuertes y como lo menciona Giddens, es absolutamente razonable reconocer que las tradiciones son necesarias en una sociedad. Estas perdurarán siempre, porque dan continuidad y forma a la vida.

A través de esta reflexión quisiera dejar por sentado una visión personal ligeramente globalifóbica al respecto, sin ser tan radical, claro porque no considero tener una postura anti globalización ya que me parece que no hay que quitarle el mérito a las ventajas que disfrutamos hoy en día. A lo que me refiero es que desde mi punto de vista la escasez de valores humanos a la hora de tomar decisiones se han cambiado por valores materiales, es decir que lo que posees te hace más valioso que lo que eres y entre más tienes, además, más quieres. Lo anterior me parece que es una premisa de una visión de orden mundial, tal vez no como un resultado directo de la globalización pero si como efecto de lo que el dinero, el nivel económico, el status, la posición social, pueden ejercer para hacerte sentir más importante, o más feliz, o simplemente mejor, porque creer en una globalización sin estragos es hoy un ejercicio que oscila de forma indescifrable entre una compartida visión utópica y un superficial optimismo conformista (Baricco 2000).

Actualmente la gente es valorada según su acumulación monetaria, por las apariencias y la superficialidad, tal vez no nos parezca rara esta idea, ya que es común que los mensajes que recibimos del exterior, y que en muchas ocasiones hemos adoptado como propios, nos lleven a ver con normalidad que una persona que viste ropa de “marca”, tiene carro del año, vive en una zona residencial y tiene una gran cuenta en el banco sea considerada como, exitosa, superior y hasta en algunas ocasiones como feliz sin que se repare en el hecho de que realmente lo sea solo por el dinero que posee, es decir, pareciera que hoy se ha convertido casi en normal el punto de vista de que según lo que tienes es lo que vales.

Los medios de comunicación, principalmente la televisión y el Internet a través de una visión cosmopolita y arbitraria han impuesto estándares universales de medición, estándares que son un tanto absurdos ya que es ridículo creer que, por ejemplo hablando de los cánones actuales de belleza, una mujer caucásica, que el es estereotipo que predomina, pueda compararse con una mujer de origen negro o de descendencia latina, podemos objetar un sin numero de razones por las que esto pareciera imposible, entre las que destaca su genética de origen, no obstante, todas quieren parecer la misma mujer sin reflexionar en que esto no es real. Esto por un lado hablando de estereotipos superficiales que sin embargo impactan de manera considerable la manera de percibir actualmente la belleza y en donde existe un gran negocio: la cirugía plástica, ¡ya puedes cambiar todo lo que no te gusta de ti! , claro, solo en el exterior, aunque al final termines siendo quien no eres, por fuera.

Si lo vemos desde el punto de vista socio económico, sucede casi lo mismo, derivado de la globalización estamos expuestos constantemente a bombardeos de mercadotecnia donde lo más importante es tener y donde se promueven las necesidades del consumismo, dejando a un lado el valor del ser lo que trae como resultado que la apariencia sustituya la realidad y se cometan injusticias.

De esta manera creo que en una sociedad globalizada son pocos los que escapan a la tentación que representa el obtener mas a costa de lo que sea aunque esto implique dañar a otros, Safransky cita a Rousseau al decir con certeza que el individuo con su riqueza potencial, es la verdad; en cambio ahí afuera, en la sociedad, imperan los mecanismos de la mentira. La sociedad roba al individuo su verdad y su vitalidad. Si volteamos a nuestro alrededor y nuestra cotidianidad no es difícil observar la competencia desleal en el ámbito laboral por conseguir un puesto mas alto y de esta forma conseguir una buena reputación, que al final resulta cuestionable ya que se fomenta la competencia más que del desarrollo personal, escandalosos fraudes que han hecho desaparecer a empresas completas, políticas injustas e inseguras para los empleados, discriminación por diversos factores (sexo, raza, religión e incluso, estado de salud), falta de honestidad y respeto en todos los niveles; la falta de compromiso en una relación de pareja en donde predomina la mentiras y la falta de honestidad por una infidelidad en donde se busca la propia satisfacción dejando de lado el daño ocasionado a un tercero, la falta de solidaridad fomenta el individualismo lo que hace que cada persona se preocupe sólo por sí mismo y por tener cada vez más que los demás, hablando en términos más internacionales la corrupción es el pan nuestro de cada día, casi en cualquier ámbito político, religioso, social, ecológico etc, en donde se persiguen fines de lucro casi siempre para la conveniencia de unos cuantos, no importando la magnitud de consecuencias, catástrofes ambientales, muertes injustificadas con guerras que no tienen otro objetivo que poder económico y venta de armamento que vende la idea de seguridad pero que nos mantiene en una prisión que muchas veces pasa desapercibida y sumidos en un miedo al que nos hemos acostumbrado, irónicamente los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial.
Pareciera ser entonces que los valores materiales van ganando la batalla a los morales y aunque parece una competencia extraña, es real y parece estar determinada por minorías que pretenden cambiar la visión de lo que hace valioso a una persona. No nos dejemos llevar por las apariencias y detengámonos a hacer un juicio acerca de lo que nos hace valer como humanos y en que medida fomentamos nuestro crecimiento, intelectual y espiritual para aportar un grano de arena, que pareciera ser insignificante ante la inmensidad de la globalización, pero que sin duda tendrá alguna repercusión tangible para alguien.



BIBLIOGRAFIA

Baricco, A. (2002). Next: sobre la globalización y el mundo que viene. Barcelona, España: Anagrama.
Giddens, A. (1999). Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas. México: Taurus.

Safranski, R. (2004). ¿Cuánta globalización podemos soportar? Barcelona, España: Tusquets.

1 comentario:

Israel Alatorre Cuevas dijo...

Laura:
tu escrito conjunta una serie de interesantes reflexiones, a título personal, es decir desde el mero sentido común, de un tema que puede ser problematizado y complejizado de variadas maneras. Eso significa que tu trabajo se quedó a nivel de borrador avanzado.